LA APOLOGÍA DE SÓCRATES

Sócrates (470 a. C - 399 a.C, Átenas) es, quizás, el filósofo más destacado porque fue el verdadero iniciador de la Filosofía como ciencia que busca el interior del ser humano





Acusaciones

Ha pasado a la historia por ser el protagonista de uno de los juicios más memorables de la humanidad, objeto de análisis, investigaciones y de multitud de estudios, pero lo más destacado fue, sin duda, su autodefensa (apología) ante los miembros del tribunal cuando en el año 399 a.C. es acusado de cinco delitos, resumidos a dos (los que se contemplan en el punto 4 y 5) y, a su vez, a uno: ultraje a la religión:
  1. Investigar las cosas subterráneas y celestes
  2. Hacer más fuerte el argumento débil
  3. Enseñar estas cosas a otros
  4. No creer en los Dioses, en particular, en los Dioses de la ciudad: impiedad. Era el principal cargo
  5. Corromper a los jóvenes
Origen de la acusación

Querofonte (amigo de la infancia de Sócrates) preguntó al oráculo de Delfos, si había en el mundo hombre más sabio que Sócrates. La Diosa Pythia la respondió que no había ninguno. Cuando Sócrates supo esta respuesta se propuso hacer una prueba: hablar con grandes políticos, poetas y artistas…que Sócrates consideraba más sabios que él, pero que resultó no serlo. Él tampoco se considera el más sabio puesto que cede ese puesto a Dios y que el oráculo le ha nombrado a modo de ejemplo para demostrar que la sabiduría humana no es gran cosa o no es nada
Defensa

Sócrates desmontó todas y cada una de las acusaciones...pero es sabido que, detrás de todo el proceso, existían causas personales por ser una persona molesta, ruidosa y que alteraba la paz de la ciudad ateniense
En su defensa, repite el término "verdad" en cuarenta y cinco ocasiones y se resumió en los siguientes puntos:
  1. Por interés personal no era fácil corromper a los jóvenes porque los hombres deben esperar más mal que bien a aquellos a quienes dañan. Le prohíben hablar con los jóvenes, pero desobedeció la orden por considerarla ilegal. Él era el más sabio y así trataba de convencerles
  2. Demuestra a Melito  en un diálogo con él que no sólo cree en los Dioses, puesto que cree en los demonios (hijos de los Dioses) 

Estructura del discurso de la apología
  1. Saludo a los presentes (atenienses). Tras el discurso de los acusadores, comienza afirmando que no han dicho ninguna verdad. Expresa su sorpresa ante la calumnia de prevenirse contra su elocuencia. Adelanta el empleo de un lenguaje sencillo y espontáneo (no ha traído discurso preparado)
  2. Refutación de las dos acusaciones principales:
    1. “Sócrates es un impío; por una curiosidad criminal quiere penetrar lo que pasa en los cielos y en la tierra, convierte en buena una mala causa, y en seña a los demás sus doctrinas”. Demuestra que nunca nadie le ha escuchado hablar de ninguna ciencia esotérica ni realizar extravagancias. Y mucho menos exigir un salario por ello (es más, vive en la pobreza demostrando que ninguno es sabio). La reputación de la que goza es de una sabiduría puramente humana que existe en él. En este punto, explica el origen de que se encuentre ante el tribunal. Sócrates hace un llamamiento a Melito y le pide que le argumente el motivo de esta acusación, pero a través de sus preguntas (método socrático basado en la mayeútica) demuestra el sinsentido de su acusación
    2. “Sócrates es culpable porque corrompe a los jóvenes, porque no cree en los Dioses del Estado, y porque en lugar de éstos pone divinidades nuevas bajo el nombre de demonios”. Sócrates critica que no se ha llevado a cabo el proceso  correcto: reprender esta falta e instruir al que la comete para que no vuelva a suceder, y no arrastrarle ante el tribunal. Indica que si así hubiera sido, en sus 70 años de vida esos jóvenes (ahora mayores) o sus familiares habrían ido contra él y no ha sido así.  Su empeño es trabajar para persuadir del cuidado del alma y de su perfeccionamiento.  Habla aquí de su voz divina (demonio) que le ha acompañado desde su infancia y le ha guiado para tomar las decisiones acertadas y evitar los negocios perjudiciales. Expresa que nunca ha tenido por oficio enseñar que sí conversar. Cierra su primera defensa apelando a la justicia y a los jueces, sin necesidad de suplicar a ésto
  3. Cierre, tras la votación de jueces y Sócrates ya condenado, se muestra irónico ante la sentencia  de los jueces y propone la suya propia: ser alimentado en el Pritáneo, al destierro o a pagar una pequeña multa (proporcional a su “indigencia”). Lo que enfurece más a los jueces.  Asegura que no se va a exiliar ni va a huir porque sería deshonroso. Finaliza con palabras a los que le condenan con una actitud vengativa y presagiadora (“vosotros, que me hacéis morir, vuestro castigo no tardará, cuando yo haya muerto, y será ¡por Júpiter! Más cruel que el que me imponéis. En deshaceros de mí, sólo habéis intentado descargaros del importuno peso de dar cuenta de vuestra vida, pero os sucederá todo lo contrario; yo os predigo”) y a los que le absuelven (“…conversaré con vosotros con el mayor gusto…no hay ningún mal para el hombre de bien, ni durante su vida, ni después de su muerte…Cuando mis hijos sean mayores, os suplico que los hostiguéis…si veis que prefieren las riquezas a la virtud, y que se creen algo cuando no son nada…porque así es como yo he obrado con vosotros”
Acusadores

Sus acusadores principales fueron tres (sumados a los que acumuló durante su vida y en el propio juicio):
  1. Meleto: representa a los poetas. Poeta y principal acusador. Conservador religioso, devoto de la democracia. Testaferro de Ánito y Licón. Tenía la responsabilidad de pagar 1000 dramas, si obtenía menos de 1/5 de los votos del jurado
  2. Licón: representante de los oradores. Asoció a Sócrates co "Los Treinta" (los treinta magistrados tiranos  que componen el gobierno oligárquico que sucedió al gobierno ateniense, tras la guerra del Peloponeso)
  3. Ánito: representa a los políticos y artistas. Demócrata y poderoso, tenía rivalidad con Sócrates por la educación de su hijo (en el negocio familiar o en la educación socrática)

Fases del juicio

El proceso judicial tenía tres fases:
  1. Primera votación: determinar inocencia o culpabilidad
  2. Segunda votación: una vez determinada la culpabilidad, se decide si se acepta la pena impuesta por la acusación (tímesis) o la pena impuesta por el reo (antitémisis)
  3. Determinar sentencia o veredicto

Jurado

El jurado se compuso de 500 dicastas (jueces), de los cuales, en la primera votación, 280 votaron a favor de la condena  y 220 en contra. En la segunda votación, 360 votaron a favor de la pena de muerte y 140 en contra. Su actitud altiva y desafiante no le beneficio: “…difícil será que encontréis otro hombre que llene esta misión como yo; y si queréis creerme, me salvaréis la vida”

El juicio duró un día entero y Sócrates se quejó de la limitación de tiempo. Él fue su propio defensor






Tras el juicio

Desde que se dictó hasta que se ejecutó la sentencia, pasó un mes. Normalmente, las sentencias se ejecutaban al día siguiente, pero coincidió con las fiestas anuales delias con la salida del buque de Atenas a Delos y, dado que era un acontecimiento destacado en la ciudad (era una ofrenda a los Dioses), se prohibía cualquier ejecución. Ese tiempo lo aprovechó para pasarlo con su familia y amigos, esposado en la prisión con grilletes, que solo se los quitaron el último día

Pudo haber huido o, sencillamente, pagado una pequeña multa, pero aceptó su destino al considerar que someterse a las leyes es una obligación absoluta. La fuga sería un acto injusto por si mismo. Incluso, él mismo se bebió el veneno, negándose a esperar la llegada del buque

Por ello, tras beber la cicuta, nos dejó el hombre y empezó el mito...

Documentos

Sócrates no nos dejó escritos...lo que nos llega es a través de sus dos discípulos más famosos: Platón (con su Apología y sus Diálogos), Jenofonte (sus recuerdos de Sócrates con relatos cortos o Memorabilia) y Aristófanes con su obra "Las nubes". Hablaremos de ellos, más adelante

El texto más clásico de la Apología de Sócrates nos llega en los escritos de Platón (más ficticios que los de Jenofonte)

FUENTES
  1. Del Águila, Rafael. Sócrates furioso. El pensador y la ciudad. Editorial Anagrama. Barcelona, 2004
  2. Jenofonte. Recuerdos de Sócrates (Memorabilia). Editorial Gredos. Madrid, 1993
  3. Platón. Obras completas. Tomo 1. Apología de Sócrates. Edición de Patricio de Azcárate. Madrid, 1871
  4. Waterfield, Robin. La muerte de Sócrates. Toda la verdad. Editorial Gredos. Madrid, 2011


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